miércoles, 24 de marzo de 2010

La ventana...


En el corredor, a paso lento, encuentro la puerta de la habitación.
Al abrirla, siento la rugosidad del pomo de bronce de la cerradura, por los años pasados.
El olor a madera vieja se va atreviendo con mi olfato.
Ingreso con la luz tenue que apenas deja escapar la cortina.
El suelo cruje y hace tambalear débilmente el antiguo armario de roble de Eslavonia.
Mi bolso de piel queda sobre la manta que esta a los pies de la cama, doblada en 4 pliegues, dejando ver las sabanas de hilo blanco casi en su totalidad.
Dentro del bolso encuentro lo que buscaba, una botella de vino.
Sera nuestro elixir en el brindis por el encuentro.
Busco un lugar donde dejarla.
A mis espaldas, vuelve a retornar esa luz.
Arrebujo las cortinas contra el vano y me dejan asomar al afuera.
Todo esta difuso, la lluvia dejo sus huellas en gotas sobre el cristal.
Dejo la botella en el alfeizar de la ventana.
El olor a madera se trastoca en perfume al entrar ella en la habitación.
El amanecer ingresa, y al abrir mis ojos lentos, la tenue luz naranja, me muestra por sobre el perfil yacente de ella, la silueta de la botella vacía.

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